En nuestras vidas, todos tenemos momentos de dificultad, desafíos que se nos presentan, contextos que cambian, hechos que nos sacuden. Pero también hay objetivos que nos proponemos, metas y sueños que deseamos alcanzar. Puede suceder 2 posibles escenarios desde los cuales enfrentamos esas situaciones o retos: que lo hagamos desde una actitud de VICTIMA o desde una actitud de PROTAGONISTA.
¿Y qué significa esto? Que según desde que manera estemos parados ante la situación, tendremos poca o mucha capacidad de respuesta ante esto que se nos presenta. Entonces, ¿Cómo me doy cuenta si me estoy victimizando ante una circunstancia o desafío? Prestando atención a lo que digo, es decir al lenguaje que utilizo, a las emociones que aparecen en mi frecuentemente y a mi cuerpo, a las disposiciones corporales o malestares que pueda estar sintiendo y a mis acciones.
Una víctima…
Se queja de aquello que lo afecta o perturba.
Busca culpables externos.
Se siente amenazada.
Se explica y justifica lo sucedido.
Baja los hombros y la mirada.
Busca aliados o información que validen sus ideas.
Cree que no puede hacer nada para cambiar esa realidad.
Se paraliza, no emprende acción.
En cambio, un protagonista…
Pide ayuda si lo cree necesario.
Abre conversaciones en búsqueda de mejoras
Pide perdón y se hace cargo de su parte de injerencia.
Manifiesta sus emociones con libertad.
Levanta la cabeza y anima a los demás
Busca nueva información y analiza qué puede aprender de lo sucedido
Siente miedo, pero igual actúa.
Con esto no pretendo etiquetarte como persona, ya que no existe persona que sea todo momento victima ni todo momento protagonista, sino que según la situación que aparezca en un área específica de tu vida, puede ser que estés adoptando alguna de estas actitudes. El poder identificar si te estas comportando como víctima en algunas situaciones de tu trabajo o en alguna relación familiar o afectiva te va a permitir reflexionar sobre eso y elegir. Elegir entre seguir pagando el costo de ser víctima o estar dispuesto a pagar el precio de ser protagonista.
Es necesario aclarar también que debemos conocer nuestras zonas de influencia, es decir, conocer si eso que me preocupa o perturba puede ser modificado desde mis acciones o no hay nada que pueda hacer al respecto. Muchas veces solemos gastar tiempo y energía en victimizarnos sobre circunstancias o situaciones en las que no podemos influir. Ante estas situaciones lo que sí podemos hacer es elegir cómo nos vamos a relacionar con eso.
Para que inicies tu nuevo camino como protagonista te invito a que te preguntes:
¿En qué situación te gustaría declararte PROTAGONISTA?
¿En qué relación desearías ser PROTAGONISTA?
¿En qué área de tu vida te gustaría reconocerte PROTAGONISTA?
¿Qué objetivo quisieras lograr siendo PROTAGONISTA?
Si te pareció útil esta información, compártela con quien quieras y sigamos construyendo confianza. Y si aún no lo has hecho, sígueme en instagram.