4 PASOS PARA USAR LAS EMOCIONES
A NUESTRO FAVOR
4 PASOS PARA USAR LAS EMOCIONES
A NUESTRO FAVOR
Mucho se escucha de hablar de la gestión emocional en estos tiempos. Pareciera una novedad para algunos, pero ya Platón reflexionaba en su época sobre la emocionalidad del ser humano. Fue hasta 1995 cuando el termino Inteligencia emocional se difundió rápidamente con la primera publicación del libro de Daniel Goleman.
La palabra emoción tiene el origen en la palabra del latín “movere” que significa mover y del prefijo “e” que significa alejarse. Es decir que emoción implica una tendencia a actuar. Podemos decir que es una predisposición para la acción.
Se solía pensar que los seres humanos eran seres pensantes que tienen emociones, pero como dice uno de mis maestros, somos seres emocionales que a veces pensamos. Y esto se debe a que nuestra “mente que siente” se encuentra en nosotros desde antes de poder elaborar pensamientos. Es lo que nos ha permitido la supervivencia a lo largo de todos estos años. Las emociones generan una predisposición corporal acorde a las acciones de necesitamos tomar para sobrevivir según el estimulo que haya generado esa emoción.
Pero bueno, miles de años después de evolución, cuando las situaciones a las que nos enfrentamos son otras, ¿cómo podemos utilizar las emociones a nuestro favor?
Lo primero que necesitamos saber es que las emociones no se pueden controlar. Siempre que haya un estimulo que rompa nuestro horizonte de posibilidades, va a surgir una emoción. Esta emoción nos puede ayudar a superar esa situación de una manera acorde a nuestros objetivos o simplemente nos permitirá sobrevivir a dicha situación, actuando de una manera que tal vez nos pueda traer consecuencias no deseadas. Por ejemplo, si tenemos que hablar en público por una situación laboral o social, puede ser que el miedo nos invada y nos paralice impidiéndonos desarrollar esa tarea o puede ser que surja miedo, pero nos lleve a preparar la exposición, a animarnos a no hacerlo perfecto y exponernos a esa situación con miedo y todo, logrando así un aprendizaje de la experiencia.
Entonces, ¿qué podemos hacer cuando esas emociones nos impiden desarrollar alguna actividad o nos impide alcanzar algún objetivo?
1. Reconocer. El primer paso es reconocer la emoción, prestar atención a como se manifiesta, que genera en el cuerpo y poder ver cuál es el estímulo que la generó. ¿En que parte del cuerpo lo sentís? ¿Qué sensación te genera? ¿Cómo se manifiesta en tu rostro?
2. Nombrar. ¿Qué nombre le pondrías a eso que estas sintiendo? ¿Es miedo, ansiedad, frustración? ¿Es sorpresa, alegría, entusiasmo? Poder darle un nombre nos va a permitir ir al siguiente paso.
3. Interpretar. Cada persona siente e interpreta lo que siente una manera diferente, porque también observa los estimulo de manera diferente. Es por esto que podemos preguntarnos: ¿Qué información me brinda de mi mismo esta emoción? ¿Como me estoy relacionando con eso que generó la emoción? ¿Es un estimulo al que no me quiero exponer en el futuro o es una experiencia que quiero seguir repitiendo? ¿Es esta emoción funcional con mis objetivos? ¿Me acercan o me alejan de ellos?
4. Expresar. Muchas veces intentamos reprimir las emociones para que no se nos note lo que estamos experimentando (como si fuera posible). Es mejor darle lugar a la emoción de una manera adecuada. ¿Con quién podrías compartir lo que estas sintiendo? ¿Si la emoción la genera algo que hace una persona, nutriría la relación con esa persona compartirle lo que te generó? Si preferir no compartirlo, registralo en una libreta o cuaderno.
Ningún sentido tiene intentar ocultar o reprimir la manifestación de nuestras emociones. Es parte de lo que esencialmente nos hace humanos. Además, son una abundante fuente de autoconocimiento, sirven para protegernos y también para permitirnos superar nuestros limites aprendiendo de nuestra propia experiencia.
Estos pasos te van a permitir gestionar mejor tus emociones y también estar mas atentos a las emociones por las que puedan estar atravesados las personas que te rodean, permitiéndote mejorar tu empatía, compasión con los demás y fortalecer así tus relaciones interpersonales.
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